LA FUERZA DEL ZAFIRO
Mi madre jamás se ha rendido, ese fue es el espíritu al
enfrentar mi discapacidad. Siempre ha sido una luchadora
buscando tanto mi bienestar como la de mi familia, pero
enfoquémonos a mi vida.
Desde que mi madre se embarcó a esta dura tarea de
sacarme adelante, siempre me inculcó a no bajar los brazos
y así comenzamos un viaje largo para mi rehabilitación.
Claro, debió ser fuerte recibir la noticia que su hijo había
nacido con complicaciones producto de una asfixia
originando una Parálisis Cerebral.
Me imagino la impotencia de mi núcleo familiar pero no
puedo pensar de donde gatilló esa fuerza que tuvo ella para
decidir que debíamos emprender un camino de lucha
buscando en hospitales algún tratamiento para mejorar mi
situación.
Recuerdo que sobre sus brazos me cargaba muy
temprano por la mañana para acudir a salas de terapias.
Horas de sesiones de rehabilitación muy agotadoras,
trasladarse a pie con un niño en sus brazos cada día debió
ser una proeza.