Pasión Runner
Si no tienes un objetivo claro, cualquier camino parece adecuado y sin una razón firme, ninguna meta será suficiente.
Cuando hablamos de correr, no hay zapatos que lo hagan por nosotros, ni geles energéticos que tomen la decisión por nosotros. Sin objetivos, no hay motivación y el rumbo se vuelve confuso. Las excusas para no correr son comunes: cansancio, falta de tiempo, otras prioridades. Sin embargo, cada vez que te detienes, te estancas. La inactividad genera más inactividad, y la postergación solo aleja tus metas. Para correr, necesitas motivación, que no se compra en tiendas, sino que nace de tus objetivos.
Con metas claras, la motivación correcta te impulsará a correr regularmente, incluso cuando estés cansado. Visualizar un objetivo potente te hará salir a correr temprano o después de un día agotador. Sin una motivación sólida, es fácil perderse en la abundante información sobre correr que encontramos en redes sociales.
Correr requiere más que solo ponerse zapatos y salir. Es una ciencia que busca equilibrio y cuidado para evitar lesiones. Aproximadamente el 80% de los corredores sufre lesiones en su primer año, y la mayoría son por uso excesivo. No se trata de excesos, sino de objetivos que respeten tu punto de partida y evolución.
Nuestro cuerpo está diseñado para correr largas distancias, como lo establece la biología evolutiva. Tenemos ventajas como el talón de Aquiles, el glúteo mayor, y la capacidad de termorregulación. Pero debemos cuidar nuestro cuerpo con entrenamiento equilibrado, nutrición adecuada e hidratación.
Correr trae numerosos beneficios: mejora el sistema cardiorespiratorio, fortalece huesos y músculos, previene enfermedades, reduce el estrés y mejora la autoestima. Estudios han demostrado que correr disminuye el riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares y mejora la salud mental.