Cuaderno de bitácora Bergantín La Viuda Negra Mayo de 1692 Siguen aquí. No se desvanecen. Diría incluso que se han incrementado; tanto los miedos como el deseo. Aunque…, el miedo no lo es en sí. Es… un aviso, una pequeña llamada de atención que quiere mantenerme alerta, preparada para cualquier desavenencia. Por el contrario, el deseo sí que lo es. Pensé neciamente que sería mitigado una vez que lo saboreara, pero he errado estrepitosamente. No es el sabor de su esencia o su calor entre mis labios lo que permanece en mí, sino su forma de
contemplarme: profunda, apasionada; sus caricias sobre mi piel: cálidas, arrulladoras. El deseo empieza a ser algo más que un simple capricho.