Con las mujeres nunca se sabe
Era una carnada para tontos y la tragó.
Floyd Jackson, investigador privado y alguna vez chantajista, estaba con la matrícula de detective vencida y sin un centavo. De ahí que cuando le ofrecieron diez lisos billetes de 100 dólares americanos decidió tomarlos. Todo cuanto debía hacer era evitar la vigilancia de ciertos perros fieros y hambrientos, penetrar en la mansión de un millonario y hurtar una polvera de oro. Jackson era suficientemente taimado para percatarse de que la propuesta era falsa, mas lo que no imaginó es que lo iban a implicar en un asesinato.
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