Los alimentos que elegimos, lo que ahorramos o gastamos, cómo nos comunicamos, el ejercicio que hacemos, cómo organizamos nuestro trabajo... Buena parte de las elecciones que hacemos a diario no son la consecuencia de decisiones meditadas, como cabría pensar. Son hábitos, que nos liberan para decidir lo que realmente importa que hayamos decidido. Para eso sirven las rutinas, Y puesto que todos y cada uno de estos estos aspectos habituales ejercen un tremendo impacto en nuestra salud, productividad, seguridad y felicidad, parece inevitable preguntarse: ¿podemos cambiarlos? La respuesta es - sí, si fuera necesario.
Basándose en infinidad de investigaciones y entrevistas llevadas a cabo tanto en el ámbito académico como en el empresarial, el periodista Charles Duhigg acerca al gran público las conclusiones de los