Mi formación académica y mi trabajo profesional siempre han estado fuertemente vinculados a la alta técnica, la tecnología más vanguardista, relacionada con la producción de Energía Eléctrica. Para compensar tanta técnica, en mis ratos de ocio me dediqué a dar largos paseos por el campo y por los bosques cercanos cosechando setas, a las cuales soy gastronómicamente muy aficionado. Descubrí un territorio excepcional. El territorio de la “micomanía”, es decir, la “manía por los hongos”. No solo aprendí a reconocer las especies más comunes, y a identificar la morfología de los géneros, además, profundicé en la biología y en el papel de las setas en la Naturaleza y su relación con la especie humana. Aprendí que los hongos formaban un reino independiente en la Naturaleza, más próximo al de los animales que al de los vegetales. También ellos se alimentan de otra materia orgánica y producen proteínas de mayor nivel que las de los vegetales.
Estas características les han llevado a jugar un importante papel en el desarrollo de la especie humana, influyendo en el desarrollo de varios aspectos de gran importancia. Podría decirse que, según las últimas interpretaciones sobre el Arte Parietal (o Rupestre) esa capacidad de alucinación de una típica especie de hongo muy abundante sería la responsable, a través de los chamanes del paleolítico, de su origen. Es decir, que los brujos o hechiceros, grandes sacerdotes de la Prehistoria, serían los primeros seres humanos que, en estado de éxtasis producido por la ingestión de ese hongo, habrían concebido las primeras manifestaciones artísticas: o sea, habrían descubierto el Arte.