LA VIDA PASA VOLANDO
A lo largo de nuestra existencia, vamos coleccionando experiencias que cincelan nuestro carácter, nuestro humor, nuestras capacidades; experiencias que nos enseñan a amar, a desconfiar, a sufrir y a disfrutar.
Solamente podemos comenzar a conocernos, a asomarnos a lo que pensamos que somos, cuando hemos acumulado una infinidad de estas experiencias. La vida tiene grandes planes para nosotros, pero necesitamos vivir esas experiencias y hacer una buena lectura de ellas para que esos planes se materialicen.
En este libro he querido contarles algunas de las experiencias personales que definieron el hombre que soy hoy día. Experiencias buenas en algunas ocasiones y en otras... no tanto, pero que llegaron a mi vida para cambiarla, y a veces radicalmente.
Hablo de la importancia de aceptar equivocarse, de aprender que caerse en la vida es algo natural y que hay mucha sabiduría en levantarse tras una caída. Aceptar que hay personas que llegan a nuestra vida para después simplemente marcharse y que, por más que duela, aceptar que ese era el propósito que tenían en nuestra vida. Abrazar a quienes están a nuestro lado en el camino, y dejar marchar a quienes encontraron algún motivo importante para irse. Entender que de los errores se suele aprender más que de las victorias, y que muchas veces un buen susto es mejor que un buen consejo.
En resumen, he querido anidar esas experiencias con los cimientos que fue construyendo nuestro niño; el niño que siempre nos acompaña y que sabe quién somos en realidad. Porque solo los niños tienen esa felicidad llena de inocencia que es capaz de romper cualquier barrera, y porque la transición de un sueño infantil a la vida real no siempre es fácil, por más que todo siga siendo un juego.